Caspar David Friedrich (Greifswald, 5 de septiembre de 1774 – Dresde, 7 de mayo de 1840) fue un pintor paisajista del romanticismo alemán del Siglo XIX, generalmente considerado el artista alemán más importante de su generación.1 Es conocido por sus paisajes alegóricos de su periodo medio que muestra figuras contemplativas opuestas a cielos nocturnos, nieblas matinales, árboles estériles o ruinas góticas. Su interés primario como artista era la reflexión de la naturaleza y su trabajo, a menudo simbólico y anti clásico intenta dar una respuesta subjetiva y emocional al mundo natural. Las pinturas de Friedrich establecen la presencia humana en una perspectiva disminuida en contraste a extensos paisajes, reduciendo las proporciones a una escala que, según el historiador de arte Christopher John Murray «dirige la mirada del espectador hacia su dimensión metafísica». Friedrich maduró en una época en la que crecía la desilusión en toda la clase media europea dando lugar a una nueva apreciación de la espiritualidad. Este cambio en los ideales se expresa a menudo a través de una revaluación de la naturaleza, en artistas como Friedrich, Joseph Mallord William Turner y John Constable que trataron de representar la naturaleza como una «creación divina, que debe ajustarse contra el artificio de la civilización humana». Los trabajos que Friedrich realizó le trajeron renombre muy temprano en su carrera, y contemporáneos suyos como el escultor francés David d'Angers lo describían como el hombre que había descubierto «la tragedia del paisaje». Sin embargo, su obra cayó en desgracia durante sus últimos años y él murió en la oscuridad; en palabras del historiador del arte Philip Miller «medio loco». Mientras Alemania migraba hacia la modernización a finales del Siglo XIX, un nuevo sentido de urgencia caracterizó el arte, y las descripciones contemplativas y de quietud de Friedrich llegaron a ser vistas como el producto de una época pasada. El Siglo XX trajo consigo una renovada apreciación de su obra, a partir de 1906 con una exposición de treinta y dos de sus pinturas en Berlín. Para la década de 1920 sus pinturas habían sido descubiertas por los expresionistas. En la década de 1930 y principios de 1940los surrealistas y existencialistas tomaron con frecuencia ideas prestadas de su trabajo. El ascenso del nazismo en 1930 trajo consigo el resurgimiento de la popularidad de Friedrich, pero éste decayó junto con el régimen debido a la errónea asociación de su nacionalismo con esta ideología. No fue sino a finales de 1970 cuando Friedrich recuperó su reputación como icono del romanticismo alemán y pintor de renombre mundial.