Georges de La Tour (Vic-sur-Seille, cerca de Nancy, Lorena, 13 de marzo de 1593 - Lunéville, 30 de enero de 1652), fue un pintorfrancés barroco. Es el más famoso de los tenebristas franceses. Georges de La Tour recibió la influencia del pintor italiano Caravaggio, y debió conocer asimismo la obra de Carlo Saraceni y Orazio Gentileschi. No obstante, se relaciona más con los tenebristas holandeses de la escuela de Utrecht —en particular Gerard van Honthorst— que con Caravaggio. En los cuadros de Georges de La Tour, el origen de la luz es concreto: una vela, una bujía, una antorcha u otra forma de luz artificial, mientras que en las obras de Caravaggio, la luz provenía de un foco de origen impreciso. Trata temas religiosos, escenas de género y de devoción, todos ellos con el mismo estilo, hasta el punto de que algunos cuadros no es fácil distinguir si se trata de uno u otro, como puede verse en El recién nacido, que no se sabe si representa en realidad La Natividad. Entre los temas religiosos, pintó con preferencia santos asociados a la peste, especialistas en prevenir el contagio, de ahí sus varias representaciones de San Sebastián que, además, era militar. No trató, sin embargo, el tema de la Pasión. No consta que hiciese retratos, sino que prefería representar a la gente humilde, sobre todo figuras femeninas serias, contenidas, piadosas: mujeres que curan heridos, jóvenes madres con niños, varias Magdalenas. Tiene un estilo muy personal. La composición es equilibrada y rigurosa, casi geométrica. Su obra tiene dos etapas: los cuadros «diurnos» de la primera época y los «nocturnos» de la segunda. El primer período abarca hasta 1638, con cuadros famosos de tahúres y soldados, reflejando un poco la realidad de su Lorena natal, en la que abundaban los soldados jugando, con pícaros. Una fase intermedia viene marcada por su estancia en París (1638-1643). Su segunda época se inicia a su regreso a Lunéville, en 1643. Pinta entonces cuadros nocturnos en los que predominan las luces nocturnas (p.ej. San José carpintero, en esta página). La iluminación, que proviene generalmente de una vela, ilumina con luz blanca o rojiza las figuras. El resto del cuadro queda en la oscuridad, sin que aparezcan paisajes o arquitecturas. Utiliza una paleta prácticamente monocroma: rojo y negro en las escenas nocturnas, blanco y morado en las diurnas.